VISITEU EL NOU BLOC « ELS PLAERS DE LA NATURA » Tot sobre la Mare Natura....................................................VISITEU EL NOU BLOC « ELS PLAERS DE LA NATURA » Tot sobre la Mare Natura....................................................

28 d’octubre del 2010

Las drogas y el Misticismo Indio (Extracto del libro “The Beatles Antología”)

George: En septiembre de 1966 fui a la India. Cuando oí por primera vez un disco de Ravi Shankar, tuve el presentimiento de que algún día nos encontraríamos. Dio la casualidad de que en junio lo conocí en Londres, en la casa de Ayana Deva Angadi, el fundador del Asian Music Circle. Un hindú me telefoneó y me dijo que Ravi estaría allí.
La prensa había intentado reunirnos desde que utilicé el sitar en Norwegian Wood.
Empezaron a pensar: «Ahí hay una gran foto, un Beatle con un indio».
George Harrison y Ravi Shankar posan delante de los músicos del álbum “Ravi Shankar Family and Friends”.
El virtuoso violinista L. Subramaniam está sentado a la derecha
Photo © Rex Features
Así que intentaban reunirnos y yo decía que no, porque sabía que lo conocería en las circunstancias adecuadas, como así fue. También vino a mi casa y me dio un par de lecciones sobre cómo sostener el sitar. Así que en septiembre, después de ir de gira y mientras John estaba rodando “Cómo gané la guerra”, pasé seis semanas en la India.
Primero volé a Bombay y estuve por allí. Me alojaba en un hotel victoriano, el Taj Mahal, y allí fue donde empecé a aprender a tocar el sitar.
Ravi me daba lecciones, y también hizo que uno de sus estudiantes tocara conmigo.
Las caderas me estaban matando de tanto estar sentado en el suelo, así que Ravi se trajo a un maestro de yoga para que empezara a enseñarme los ejercicios físicos.
Fue una época fantástica, iba de compras y visitaba los templos. Fuimos a todas partes. Acabamos yendo a Cachemira, y nos alojamos en una casa flotante en medio del Himalaya. Era increíble. Cuando yo despertaba por la mañana, el señor Butt, un hombrecito de Cachemira, nos traía té y galletas, y oía cómo Ravi practicaba en la habitación de al lado. (Después de tomar LSD, no podía dejar de pensar en los yoguis del Himalaya).
No sé por qué se me metió esa idea en la cabeza, hasta entonces nunca había pensado en ellos, pero de pronto ese pensamiento se infiltró en mi conciencia. Eso era parte de la razón por la que fui a la India. Ravi y el sitar eran excusas; aunque fuesen una parte muy importante de ello, en realidad estaba buscando una conexión espiritual).
Ravi tenía un hermano realmente encantador llamado Raju que me dio un montón de libros escritos por hombres sabios, y en uno de ellos, un libro del swami Vivekananda, ponía: «Si hay un Dios debes verlo y si hay un alma debes percibirla, porque de lo contrario más vale no creer. Es mejor ser un ateo confeso que un hipócrita». Habían intentado hacer de mí un católico, pero eso no era para mí. Toda la actitud cristiana (y lo pongo entre comillas porque muchas de las personas que dicen ser cristianas no lo son: no tienen la exclusiva sobre Cristo y no son representativos de lo que El estaba intentando decir) parece estar diciéndote que creas lo que ellos creen en vez de pasar por la experiencia directa.
Para mí ir a la India y leer a quién te decía que no puedes creer en nada hasta que hayas tenido la percepción directa de ello, lo que en realidad era obvio, e hizo que pensara: « ¡Fantástico! Por fin he encontrado a alguien que sabe lo que se dice».
Por eso quería seguir profundizando en todo aquello. Así es como me afectó: leí libros de varios hombres santos, swamis y místicos, y fui de un lado a otro buscándolos e intenté conocer a algunos. En la India puedes verlos en cualquier lugar.
Es increíble, puedes ir por la calle, con gente que conduce un autobús o un taxi, o va en bicicleta, y hay una gallina y una vaca, y alguien con traje y maletín, y un viejo sannyasi con una túnica azafrán, todos mezclados. Es un lugar increíble, con capas y más capas de sonidos, colores y ruidos, y todo te bombardea los sentidos, asombroso. Me sentía como si hubiera retrocedido en el tiempo. Fue la primera vez que tuve la sensación de haberme liberado de ser un Beatle o un número.
Son realmente espirituales, también hay un montón de chalados que se parecen a Allen Ginsberg (Irwin Allen Ginsberg (1926-1997) poeta beat estadounidense).
De ahí es de dónde saqué todo, lo de las melenas rizadas, fumar hachís en unas pequeñas pipas llamadas chillums, ... Los británicos estuvieron años intentando impedir que los indios fumaran hachís, pero llevan demasiado tiempo fumándolo para dejar de hacerlo.

LOS BEATLES Y LAS DROGAS
Nadie ignora que John Lennon y The Beatles tuvieron una profunda relación con las drogas. Cuando The Beatles se separaron, Lennon empezó a hablar con más sinceridad del asunto: "Creo que lo básico que nadie pregunta es: ¿por qué alguien toma drogas, de cualquier tipo? Y esa pregunta tiene que ser resuelta antes de que puedas pensar, 'bueno, ¿qué podemos hacer por el pobre adicto a las drogas?' ¿Por qué es necesario que tengamos estos agregados a la vida normal para vivir? Quiero decir, ¿hay algo mal en la sociedad que nos está presurizando tanto, que no podemos vivir sin protegernos de eso?".
 En la época de “A Hard Day's Night” estaba tomando anfetas", declaró en 1970. Esas son drogas, drogas más potentes que la marihuana. Empecé con las anfetas cuando tenía 17 años, cuando empecé a ser músico. La única manera de sobrevivir en Hamburgo, tocando ocho horas por noche, era con anfetas. Las anfetas y la bebida te las daba el mozo. En la escuela de arte yo era un borracho perdido. Cuando hicimos” Help” empecé con la marihuana y dejé la bebida, así de sencillo. Siempre necesité las drogas para sobrevivir. Los demás también, pero yo siempre tomé más, más anfetas, más de cualquier cosa, quizá porque soy más trastornado.
En 1964, John probó LSD, una droga que tendría un efecto profundo en su música y en su vida. Un dentista de Londres nos puso el ácido a George, a mí y a nuestras esposas, sin decirnos, durante una cena en su casa, recordaba. Era un amigo de George y era nuestro dentista, en ese momento.
Simplemente nos lo puso en el café o algo así. El no sabía lo que era; todo es igual para estos swingers londinenses de clase media. Todos habían escuchado hablar del LSD y no sabían que era diferente de la marihuana o los cigarrillos. Nos lo dio y después nos dijo: Les aconsejo que no se vayan. Todos pensamos que quería que nos quedáramos para hacer una orgía en su casa. No queríamos saber nada, así que nos fuimos a Ad Lib y a esas discotecas.
Entonces empezaron a pasar cosas increíbles. Era una locura, andar dando vueltas por Londres. Cuando fuimos al boliche pensamos que se estaba incendiando, y después nos imaginamos que había una fiesta de inauguración cuando, en realidad, era una simple luz afuera. Pensamos: Mierda, ¿qué está pasando acá?.
Andábamos por las calles y la gente gritaba. Era de locos. Estábamos fuera de control. Cuando finalmente nos metimos en el ascensor, todos pensamos que había un incendio, pero era sólo una lucecita roja. Gritábamos y estábamos histéricos, y cuando llegamos al piso, porque la discoteca estaba en la parte de arriba de un edificio, el ascensor se paró y se abrieron las puertas y estábamos todos gritando.
 De chico yo había leído a alguien que describía los efectos del opio, y en ese momento pensé: Mierda, me está pasando. Fuimos al Ad Lib. Después algún cantante se me acercó y me dijo: ¿Me puedo sentar a tu lado? Y yo le dije: Sólo si no hablas. No podía ni pensar. Esto pareció durar toda la noche. No me puedo acordar de los detalles.
De alguna forma George logró llevarnos a casa en su Mini. Íbamos como a diez millas por hora, pero parecía que íbamos a mil, y Patti decía que bajáramos y jugáramos al fútbol. Yo me la pasé contando un montón de chistes histéricos, porque siempre estaba con eso, Dios, era aterrorizante, pero era fantástico.
Yo hice algunos dibujos en aquella época, los tengo por algún lado. Los originales se los di a Ringo. Dibujé mucho esa noche. Y después la casa de George parecía un gran submarino. Yo lo estaba manejando, todos se habían ido a la cama y yo seguía en él; parecía flotar sobre la pared de seis metros, y yo lo estaba manejando.
Estuve bastante delirado durante un par de meses. La segunda vez que tomamos fue en Los Ángeles. Estábamos de gira en una de esas casas, la casa de Doris Day o donde sea, y los tres lo tomamos, Ringo, George y yo. Pero había un periodista, Don Short. Estábamos en el jardín. Era recién el segundo viaje, y todavía no sabíamos hacerlo en un lugar lindo y esperar a que se pasara. Entonces vimos al periodista y pensamos: ¿Cómo actuamos? Estábamos aterrorizados esperando que se fuera, y él nos preguntaba por qué no podía acercarse.
Vino Peter Fonda, y ése fue otro asunto diferente. Repetía: Yo sé lo que es estar muerto. Nosotros decíamos: Por Dios, callate, no nos importa, no queremos saber, y él  seguía. Así fue como escribí: "She Said, She Said": 'I know what it's like to be dead'. Era una canción triste, una canción de ácido, supongo. 'When I was a little boy'.
Comenzaba a aflorar mucho de mi primera niñez. Duró años, debo haber hecho mil viajes. Tomaba todo el tiempo. Nunca en el estudio de grabación. Tuve unos cuantos trips desagradables. Dios mío, dejé de tomarlo por eso. No podía soportarlo. Después paré, no sé por cuánto tiempo.
Más tarde empecé a tomar de nuevo, justo antes de conocer a Yoko. Recibí el mensaje de que tenía que destruir mi ego, y bueno, fue lo que hice.
Estaba leyendo ese libro estúpido de Leary; estábamos siguiendo el mismo juego que seguían todos y me destruí. Me estaba reponiendo lentamente, más o menos para la época de Maharishi.
Poco a poco, en un período de dos años, fui destruyendo mi ego. No creía poder hacer nada, y dejaba que la gente me dirigiera. Los dejé hacer lo que quisieran. Yo no era nada. Después Derek me hizo ir de viaje en su casa, después de regresar de Los Ángeles. Me dijo algo así como: Vas bien, y mencionó las canciones que yo había escrito. Eres inteligente, no tengas miedo. A la semana siguiente fui a lo de Derek con Yoko y volvimos a viajar. Ella me hizo dar cuenta de que yo era yo y que todo estaba bien. Con eso bastó. Empecé a pelear de nuevo. Comencé otra vez a decir: Yo puedo hacer esto, carajo, esto es lo que yo quiero, así que no me lleven la contra. Fue lo que hice y aquí es donde estoy ahora.
Cuando se le preguntó cómo afectaron las drogas su concepción musical, Lennon explicó: Sólo era otro espejo, no un espejismo. Era más una cosa visual, y una terapia... Mirarse un poco a uno mismo. En realidad no me acuerdo del todo. Pero no fueron las drogas las que escribieron la música; tampoco lo hicieron Janov o Maharishi. Yo escribo la música según las circunstancias en las que me encuentre, ya sea con ácido o en agua.
 Más adelante tendría sus experiencias con la heroína. No fue muy divertido, declararía. Nunca me la inyecté. Aspirábamos un poco cuando estábamos realmente con mucho dolor. Todos nos criticaron tanto, a mí y a Yoko, sobre todo a Yoko. Eso pasaba todo el tiempo, y nos hacía sentir tanto dolor, algo tenemos que hacer, dije. Y eso es lo que nos ocurrió, tomamos heroína por lo que nos estaban haciendo The Beatles, pero por suerte pudimos salir de ella.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada